Ausente del cuerpo y presente en el espíritu.

23/10/09
Ausente del cuerpo y presente en el espíritu.
Por: Jorge Rojas

En artículos anteriores he señalado el pensamiento hebreo en comparación con el pensamiento occidental tocante a determinados pasajes bíblicos que sugieren la dualidad del hombre. Una de esas declaraciones paulinas difíciles de entender debido a la herencia griega de pensamiento con la que hemos sido fuertemente influenciados es 1Corintios. 5:1-6, donde el apóstol aunque no está presente para juzgar un caso de flagrante fornicación, asevera estarlo en espíritu, y reunido con los líderes de la iglesia dicta la radical sentencia de que el fornicario sea entregado a Satanás para la destrucción de la carne a fin de que su espíritu sea salvo en ocasión a la segunda venida de Cristo, ¿Cómo entender esta disciplina eclesiástica sin caer en concepciones pitagóricas o platónicas con respecto al ser?
En este orden de ideas es indudable hay ciertos textos que inspiran una interpretación dualista del hombre, muy especialmente cuando llegamos a ellos con una mente occidental helenizada. No obstante desde Génesis hasta Apocalipsis tanto el género el humano como el animal, es presentado de manera indivisible, en otras palabras, las escrituras presentan la vida de este planeta como entidades monistas, inseparables, y partiendo de esa premisa deben analizarse todos esos textos que debido a nuestra herencia griega de pensamiento sugieren una dualidad del ser, cabe decir que una concepción tal es la base del espiritismo y por ende la razón de tantos extravíos teológicos. El hecho de que Dios haya utilizado dos elementos para la creación de hombre, no significa que por ello el barro y el aliento de vida sean entidades vivas separadas una de la otra, antes bien es la unión de ambas lo que da como resulta un ser viviente o alma viviente lo cual estudiaremos en otra oportunidad.
Dadas las observaciones anteriores, pasemos entonces a analizar las palabras de Pablo;
· De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre. Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción? Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús. (1Co.5:1-5)

Las palabras con las que Pablo comienza su planteamiento evidencian que los rumores que se oían en la iglesia tocante a la fornicación eran verdad y lo sabían todos los creyentes, este hecho hacía que la actitud de ellos para con el culpable fuera tanto más reprensible, se trataba de un caso de perversión sexual en la iglesia y la feligresía parecía adormecida ante semejante abominación (Lv.18:7, 8,29) la palabra griega en este pasajes es; porneía (πορνεία) término que describe relaciones sexuales ilícitas, ya sea entre personas casadas o solteras (Mat. 5: 32; Hech. 15: 20). Utilizada para señalar prostitución (incluido adulterio e incesto); la situación en la iglesia era tal que aun la condenaban los paganos. Esto era ciertamente causa de asombro y perplejidad para Pablo y para cualquier persona que conociera la elevada norma de pureza presentada ante el creyente en Jesús (Ex. 20: 14; Mt. 5: 8, 27-32; 1 Co. 6: 9-10; Ga. 5: 19-21; Ef. 5: 5; Ap. 21: 8). Que la iglesia cristiana tolerara un delito que aun los paganos consideraban con repugnancia, agravaba en gran manera el pecado y demandaba una acción inmediata y drástica, (Com.Blco.ASD, T6). Ciertamente el caso era del conocimiento público, violaba las convicciones de los escritores de moral del mundo grecorromano y era totalmente opuesto a las enseñanzas del AT que condenaban dichas uniones (Dt.22:30) inclusive en las escrituras registran una maldición para este tipo de actos sexuales (Dt.27:30) y aunque la cuidad de Corinto era corrupta, pervertida e idolatra, tal escándalo de parte de los que profesaban ser cristianos y defensores de elevados principios de la moral y las buenas costumbres , era un obstáculo para el avance del evangelio y causa de oprobio para el mismo.
Cabe decir que aunque no era su propia madre, ya que de haber sido así el texto lo indicaría, era otra esposa de su padre, es decir su madrasta, tampoco era cristiana, de lo contrario Pablo habría pedido que fuese expulsada junto con el hombre, el caso es que se ameritaba el castigo. Se distinguen en Lv. 18: 6-8 dos casos (relación sexual madre-hijo, madrastra-hijo de su marido) en ambos casos, el crimen merecía la muerte según (Lv. 20: 11). La Mishnah dice: "Los siguientes son apedreados: el que comete incesto con su madre, con la esposa de su padre, o con su nuera. . ." (Sanhedrin 7. 4). La ley romana también prohibía esa relación (Gayo, Institutos i. 63).”(Com.Blco.ASD, T6).
Seguidamente Pablo señala la razón por la que los hermanos de la iglesia de Corinto no condenaban tal depravación, la versión aramea de la biblia (Peshita ) traduce el versículo 5 de la siguiente manera:
· Pero ustedes están hinchados por el orgullo en lugar de lamentarse, para que sea expulsado de entre ustedes el que ha llevado a cabo semejante acción
Hinchados, del griego fusioo, palabra que se usa metafóricamente en el NT en el sentido de hincharse de orgullo, envanecerse (1 Co 4.6,18,19; 5.2; 8.1; 13.4); en Col 2.18 se traduce hinchado (Dic.Exp.de palabras del AT y NT) Es sorprendente que los miembros de la iglesia estuvieran engreídos y orgullosos de su condición espiritual, según el comentario exegético del NT de Jamienson-Fusst que “por vuestra propia sabiduría y conocimientos, y por la elocuencia de vuestros maestros favoritos; en un tiempo cuando debían de estar “llorando” por causa de la difamación en contra de la religión que dicho incesto había ocasionado.” Estaban en una catalepsia espiritual. No quiere decir que estuvieran ensoberbecidos u orgullosos de que hubiera ese mal en la iglesia, sino que estaban llenos de orgullo espiritual a pesar de ese pecado (su ceguera era tal que) deberían haberse humillado y haber tomado las medidas necesarias para arreglar tal situación. (Com.Blco.ASD, T6).
Con referencia a lo anterior cabe enfatizar que “la presencia de gran impiedad en la iglesia ha sido siempre causa de dolor para los miembros que se interesan de corazón en el bien de sus hermanos y son celosos por el buen nombre de la iglesia (Je. 13: 17). El Señor destaca que los que verdaderamente se lamentan debido a los males que prevalecen en la iglesia serán liberados en el tiempo de prueba (Ez. 9: 4-6; 2 Pe. 2: 8-9). Los que son rectos no pueden estar contentos y felices cuando un hermano de la iglesia se descarría y cae en un grave pecado”. (Com.Blco.ASD, T6)
Los creyentes corintios deberían haberse preocupado mucho por el mal que había entre ellos y haber procedido a eliminar tal pecado de la iglesia. Tales medidas disciplinarias deben aplicarse sólo con motivos correctos. Los miembros de la iglesia nunca deben proceder contra un hermano culpable movidos por la ira, el orgullo, la venganza, los partidismos, la antipatía o cualquier sentimiento carnal. Por el contrario, debe haber amor y tierna compasión para el pecador, junto con el cuidado debido para que otro no caiga en el mismo error (Rm. 15: 1 Gá. 6: 1; St. 5: 19-20). (Com.Blco.ASD, T6)
No obstante en la iglesia de Corinto, la indiferencia en relación al caso era tal que ameritó la intervención rápida, directa y concluyente de parte de Pablo, que el culpable fuese expulsado de la congregación, antecedentes como los de Coré (Nm.16), Acán (Jo.7), Ananías y Safira (Hc. 5) entre otros, saltan a la vista, el mal debe ser erradicado de la congregación, contrariamente a los que muchos argumentan tocante a la misericordia, el perdón y el amor, que no es otra cosa que un consentimiento del pecado y cuyo resultado será la muerte eterna del transgresor de no efectuarse un genuino arrepentimiento. La tesis de la no aplicación de disciplina “por amor” conlleva a un entenebrecimiento de la percepción espiritual y por ende a la ruina del alma. La disciplina no debe verse como un castigo, sino como un acto de misericordia cuyo fin es la redención del penitente
Una persona que vive en una inmoralidad tan abierta y terrible, debe ser apartada de la iglesia. Dios no bendice a los suyos cuando a sabiendas permiten que haya entre ellos una continua transgresión de la ley divina (Com.Blco.ASD, T6). Aun cuando Pablo estaba en Éfeso cuando escribió la epístola (ver la p. 106 del Com.Blco.ASD, T6), dice lo siguiente; “Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho.” Es interesante notar que la palabra “ausente” Griego ἄπειμι ápeimi que significa Estar lejos, estar ausente, es la misma que el apóstol utiliza en 2 Co. 10:1; 2 Co. 13:10; Fil. 1:27; Col. 2:5. y en cada una de ellas él no estaba presente de manera física, sin embargo como lo señalan los textos antes citados sus pensamientos, su corazón, sus afectos, opiniones, sentimientos e intenciones si lo estaban.
En cuanto al caso en cuestión, aunque no estaba físicamente presente, en un sentido espiritual lo estaba, ya que su voz seria oída cuando la carta se leyera a la congregación anunciando el juicio sobre el que realizó semejante abominación e invitando a la congregación a que lo ejecute, armonizando así con las enseñanzas de Jesús tocante a la autoridad y responsabilidad de la iglesia a tomar decisiones en asuntos de disciplina eclesiástica. Concebir la idea de que Pablo podía estar en espíritu separado del cuerpo en un determinado lugar y en cuerpo separado del espíritu en otro, es una aberración teológica, dado que las escrituras presenta al hombre como un ser indivisible tal como lo señale al principio de este articulo.
Como puede observarse el juicio emitió por el apóstol estaba basado en un sólido conocimiento de la situación, los hechos eran bien conocidos, había sido informado por los de la familia de Cloé (cap. 1: 11) y por revelaciones divinas (HAp 244), y esto lo capacitaba para juzgar el caso como si en realidad hubiera estado presente, si bien la sentencia dictada por Pablo sonaba fría y dura, el apóstol tenía una intención salvadora en la mente, esta idea será desarrollada más adelante. Note las palabras con las que comienza a preparar el ambiente para enunciar su veredicto; “En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu.
Ahora bien, Pablo evoca el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, como bien lo declara el (Com.Blco.ASD, T6.) para enfatizar que “la sentencia debía ser dada con la autoridad de Jesucristo, cabeza de la iglesia (Efe. 5: 24). (Que) Debía recurriese al poder divino para que la sentencia fuera efectiva tanto en su aplicación espiritual como en su relación con la separación material del culpable de la iglesia. La expresión "en su nombre" -con referencia a Cristo- se halla en Mat. 12: 21 y Luc. 24: 47 con la idea de que Jesús es la fuente de poder y autoridad (ver com. Hech. 3: 16). Pablo, como el apóstol divinamente designado para los gentiles (Hech. 9: 15; 13: 2, 4; 22: 21; Gál. 2: 7-8), ejerció la autoridad que le había delegado Cristo para decir a la iglesia de Corinto lo que se debía hacer en este caso particular.
Los dirigentes de la iglesia de corintios junto con la congregación debían reunirse para tomar medidas disciplinarias en el nombre de Cristo, también hoy día, la iglesia tiene la facultad de aplicar disciplina en un determinado caso, cabe decir que dicha acción, cuando se han seguido los procedimientos debidos, es ratificada en el cielo (Mat. 16: 19; cf. Mat. 18: 15-20; Juan 20: 23; 1JT 391). “Debe notarse que Pablo no asumió el papel de un dictador. Les dijo cuál era su opinión, y los instruyó para que se reunieran con el propósito de decidir ese problema particular. No se hubiera atrevido a administrar disciplina sin que la iglesia estuviera de acuerdo.
Este episodio demuestra que ningún ministro puede pretender que tiene autoridad para decidir la naturaleza de una medida disciplinaria y para ejecutarla sin consultar con la iglesia. Dios mismo respeta la autoridad que ha delegado en su iglesia, y obra mediante el agente que él mismo ha establecido para conducir su obra en la tierra. (Com.Blco.ASD, T6) la razón por la cual el Señor mismo respeta dicha autoridad es por dos elementos básicos;
1. El mismo respeta la autoridad que ha delegado en su iglesia y
2. Jesús prometió que su poder estaría presente con su iglesia cuando estuvieran "congregados" en su nombre (Mat. 18: 18-20).
Por tal motivo y en concordancia con (Mt.18:18) la iglesia está acreditada por el cielo a administrar disciplina.
En el marco de las observaciones anteriores, llegamos tal vez a una de las declaraciones más emblemáticas del NT en cuanto al destino del pecador, es a saber que el tal sea entregado a Satanás, dicha expresión sugiere una falta de misericordia y una arbitrariedad ajena al sentir apostólico, la pregunta es ¿Qué significaba para Pablo estas palabras aparentemente crudas y desprovistas de bondad?
La figura de pensamiento de entregar a Satanás al transgresor tiene que ver con una visión apocalíptica del mundo, permítanme explicarlo; este mundo está dominado por Satanás, al cual la Biblia lo presenta como su dios y gobernante (2Co.4:4; Jn,14:30; 16:11) sin embargo dentro de este mundo esclavizado por el mal hay una isla de refugio y fortaleza, la iglesia, estar en ella es estar en el territorio de Dios, estar fuera de ella es estar en el territorio del Diablo, entregar a alguien a Satanás es la forma en la que Pablo describe el desglose de un miembro (llámese desfraternización), en otras palabras es conducirlo allí afuera al reino y domino de Satanás.
Sólo hay dos reinos espirituales en este mundo: el reino de Dios y el reino de Satanás. Si una persona sale del reino de Dios, entra naturalmente en el de Satanás (ver Juan 12: 31; 16: 11; 2 Cor. 4: 4). Este obstinado y desenfrenado pecador se había separado del reino de Dios debido a su propia conducta pecaminosa, y eso debía ser reconocido mediante su expulsión formal de la iglesia (cf. 1 Tim. 1: 20). (Com.Blco.ASD, T6) La excomulgación en la iglesia cristiana era semejante a la de la sinagoga judía, pues en las dos había una forma liviana y una severa: esta consistía en la separación absoluta de la confraternidad de la iglesia y de la casa del Señor; la primera, en la separación de la cena del Señor solamente, y no de la iglesia. (Com.Blco. Exegético Jamienson-Fusst T2/NT)
No obstante entregar al hombre al dominio de Satanás significaba más que una expulsión de la iglesia, según Pablo, tenía como fin la destrucción de la carne, a fin de que su espíritu fuese salvo en el día del Señor, ahora bien, la pregunta es ¿Qué significaba para él la destrucción de la carne? Ya que el resultado de este hecho traería como consecuencia la salvación del pecador.
Cabe señalar que el término “carne” para apóstol Pablo representa las inclinaciones pecaminosas del hombre, lo mismo que el término concupiscencia para el apóstol Pedro y Santiago (Rm.1.24; 6.12/1 Ts. 4:5/2 Tm.3:6/2 Tm.4:3/To.3:3/Sg.1:14, 15/1 Pe.4:2;3/ 2 Pe.1:4; 2.10, 18; 3:3) de manera que cuando leemos “ pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Ga. 5:24) o cuando leemos acerca de crucificar al viejo hombre de modo que el dominio del pecado sobre el cuerpo se ha destruido (Rm.6:6) se está hablando sencillamente que la destrucción de la carne, de muestra inclinación a pecar la cual mediante el poder del espíritu Santo ese vencida en el hombre.
El término griego apolumi de donde se traduce destrucción, la idea que comunica no es la de extinción, sino de ruina, note que no dice “para la destrucción del cuerpo,” porque el cuerpo participará en la redención (Romanos 8:23); sino de la corrupta carne, que “no puede heredar el reino de Dios,” y de la concupiscencia, que había llevado a este ofensor a tal desviación (Romanos 7:5; 8:9, 10). Acabar con la carne es el propósito inmediato de la expulsión, pero el propósito último y es el tema principal del versículo: a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor. Pablo no era dualista como los griegos, para Pablo carne y espíritu no designan dos partes de una persona como creía los griegos, sino a toda la persona orientada ya sea hacia el yo y el pecado (carne) o hacia Dios y su voluntad entre (espíritu)
Las prácticas inmorales son llamadas en las Escrituras "obras de la carne" (Ga. 5: 19; Col. 3: 5). Se amonesta a los cristianos a que no vivan "conforme a la carne" (Rm. 8: 13). Por lo tanto, "destrucción de la carne" significa mantener en sujeción los deseos carnales. También podría estar contenida la idea del sufrimiento corporal que Satanás inflige con frecuencia. Pablo llamaba a sus propias aflicciones "mensajero de Satanás" (2 Cr. 12: 7), pues éste es el autor de la enfermedad y los sufrimientos (Juan 9: 2). Los impíos serán abandonados para que sufran las consecuencias de su mal proceder. (Com.Blco.ASD, T6).
En conclusión “la destrucción de la carne” no es otra cosa que el anhelo de Pablo que la remoción de éste hombre lo conducirá a despertarse y a regresar a la consagración cristiana destruyendo así la carne. “el propósito de la expulsión no es tanto la preservación de la pureza de la comunidad como la de ganar al ofensor al hacerle sentir vergüenza por su conducta… Lo que ha de ser destruido no es el cuerpo, sino la tendencia que une al ofensor con el pecado”.(N.G.Joy, “Is the Body To Be Destroyed?”1988, Págs, 435,436)
La medida disciplinaria que aquí se describe tenía un fin benéfico, propósito similar en el caso de Himeneo y Alejandro, a quienes Pablo entregó "a Satanás para que" aprendieran "a no blasfemar" (1 Tim. 1: 20). La disciplina eclesiástica tiene el propósito de que los culpables sean movidos a comprender su peligrosa situación y sientan su necesidad de arrepentimiento y contrición. El pecador, una vez que haya sido corregido y humillado por el castigo, puede ser invitado de nuevo a la vida de fe y virtud.
La iglesia nunca debe castigar para hacer sufrir, sino para salvar de la ruina. El miembro separado de la iglesia debe ser motivo de profunda preocupación; debiera hacerse el máximo esfuerzo posible para su restauración espiritual (ver Mat. 18: 17; Rom. 15: 1; Gál. 6: 1-2; Heb. 12: 13). (Com.Blco.ASD, T6).

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