¿Bajo la Ley o Bajo la Gracia?

¿Bajo la ley o bajo la Gracia?
12/08/09
Por: Jorge Rojas

Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. ¿Pues qué? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo de la gracia? En ninguna manera. (Romanos. 6:14,15)


Lo primero que necesitamos entender es, qué es pecado según la definición bíblica, el apóstol Juan define este término de la siguiente manera; Todo el que comete pecado quebranta la ley; pues el pecado es transgresión de la ley. (1 Juan. 3:4) bajo esta premisa comenzaremos a analizar Romanos. 6:14,15
Según romanos.6:14,15 ya no estamos bajo la ley sino bajo la gracia, ¿significa esto que no necesitamos guardar los Mandamientos de Dios?, ¿significa que bajo la gracia estoy libre de toda responsabilidad para con Dios en cuanto a su Ley? ¿Qué significaba para Pablo estar bajo la ley o bajo la gracia?
Cuando Pablo escribió estas palabras estaba combatiendo la idea de algunos de sus contemporáneos judíos que procuraban emplear la ley como medio de salvación, para ganar con su observancia el favor de Dios. Vez tras vez a lo largo de la epístola de romanos Pablo arguye enérgicamente que Dios nunca dio la ley para liberarnos el pecado, sino para dárnoslo a conocer según romanos 3:20. La ley tiene su propósito y su función especial, pero no es en ninguna manera el del liberarnos del señorío del pecado, este es el papel de la gracia, es por la gracia de Dios que el pecado ha dejado de ser nuestro amo, Dios nunca dio la ley como un medio de salvación, estos elevados principios son una norma de conducta, su propósito es mostrar el pecado y su función es llevarnos a Cristo para que nos salve del pecado.
Quien procure guardar la ley para ser salvo está procurando una imposibilidad, ¿Porqué? Primero, porque la salvación es por gracia, “Porque por gracia sois salvos mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte”. (Efesios.2:8,9). Guardar la ley no salva, pero desobedecerla condena. Segundo, es pretender ganar la salvación mediante muestras buenas acciones, cuando Efesios.2:9 destaca que no es por obras, que no podemos hacer nada para alcanzarla porque es un regalo inmerecido de parte de Dios al hombre.
Romanos. 6:14 enfatiza que el creyente no está bajo la ley, sino bajo la gracia, y la razón es simple, el creyente ha nacido de nuevo, no vive obedeciendo la ley con el fin de salvarse sino porque ya es salvo, obedece y guardar la ley porque su corazón carnal ha sido transformado, y ha pasado de la esclavitud del pecado a la libertad en Cristo, anteriormente bajo su antiguo amo le era imposible obedecer los mandamientos de Dios, “porque sabemos que la ley es espiritual mas yo soy carnal vendido el pecado”. (Romanos 7:14) “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios, porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden”. (Romanos.8:7) es menester un cambio de corazón, y este tan sólo puede ser efectuado por el Sr. Jesucristo.
Es imposible obedecer los mandamientos de Dios con un corazón viejo no regenerado por el poder y la gracia del Sr. Jesús. Por tanto la expresión “… Pues ya no estáis bajo la ley” no significa estar sin ley, sencillamente significa que debido a la gracia de Dios ya no estáis bajo la condenación que la ley. No obstante estar bajo la gracia no significa vivir con autorización para desobedecer los mandatos de Dios, antes bien estar bajo la gracia es recibir el poder divino que nos habilita para obedecer la ley.
¿Quiénes son los que viven bajo la ley? y ¿quiénes son los que viven bajo la gracia?
Los que viven bajo la gracia son los que han aceptado el perdón de sus pecados por la fe en el sacrificio de Jesús, y han recibido ese perdón sin pagar algo o realizar alguna obra especial, han nacido de nuevo del agua y del espíritu y perseveran en la doctrina y la fe depositando todos sus flaquezas, angustias y defectos en las manos del todopoderoso, son aquellos en quienes el espíritu Santo, es una buena obra y la terminará (Filipenses.1:6).
Entonces, ¿Quiénes son los que viven bajo la ley?, La respuesta es obvia, todos aquellos que rechazan el perdón que Dios les ofrece, rechazan el sacrificio de Cristo y por ende no han nacido del nuevo, sus corazones siguen siendo carnales por tanto no se sujeten a los mandatos de Dios ni tampoco pueden, confían en sí mismos más que en Dios y lo más terrible es que en su interior no sienten la necesidad de Dios, de todos los males que el pecado causa, este es el peor, lo triste es que mientras más distantes estemos de Dios más perverso se torna el corazón humano. De allí las palabras que Pablo a Timoteo en cuanto este asunto;
· Tengamos en cuenta que la ley no se ha instituido para los justos sino para los desobedientes y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos. La ley es para los que maltratan a sus propios padres,* para los asesinos, para los adúlteros y los homosexuales, para los traficantes de esclavos, los embusteros y los que juran en falso. En fin, la ley es para todo lo que está en contra de la sana doctrina (1Timoteo 1:9-11)

Lo que Pablo quiere decir es que los cristianos no están bajo ley como un camino de salvación, sino bajo gracia. La ley no puede salvar a un pecador, ni puede poner fin al pecado o a su dominio. La ley revela el pecado (romanos. 3: 20), y debido a la pecaminosidad del hombre, la ley agranda, por así decirlo, la transgresión (romanos. 5: 20). La ley no puede perdonar los pecados ni suministra poder alguno para vencerlos. El pecador que procura salvarse con la ley sólo encontrará condenación y estará más fuertemente atado a su pecado. Dondequiera que se mantenga el principio de que el hombre puede salvarse a sí mismo por sus propias obras, no habrá ninguna barrera eficaz contra el pecado (DTG 26-27).
El cristiano no busca la salvación en forma legalista, como si pudiera ser salvado por sus propias obras de obediencia (romanos. 3: 20, 28). Reconoce que es transgresor de la ley divina, que por su propia fuerza es completamente incapaz de cumplir con los requerimientos de ella, que con justicia merece estar bajo su condenación, pero por fe en Cristo se entrega a la gracia y a la misericordia de Dios. Entonces, por la gracia de Dios es perdonado su pasado pecaminoso y recibe poder divino para caminar "en vida nueva".
Cuando alguien está "bajo la ley" el pecado continúa dominándolo a pesar de sus mejores esfuerzos, porque la ley no puede liberarlo del poder del pecado. Sin embargo, cuando está "bajo la gracia" la lucha contra el pecado no es una esperanza que se ha desvanecido sino una victoria cierta.
El ofrecimiento de estar bajo la gracia para obtener la victoria sobre el pecado y el poder que capacita para lograr cada virtud, han sido brindados a cada uno de los descendientes de Adán (Juan 3: 16); pero muchos ciega o neciamente han preferido permanecer bajo la ley.
Aun muchos que pretenden tener un deseo ferviente de ser salvos prefieren permanecer bajo la ley como si pudieran tener méritos propios ante Dios y ganar la salvación por su propia obediencia a la ley. Tal fue el caso de los judíos, y es también ahora el de muchos llamados cristianos orgullosos de su propia justicia, que por esto mismo no están dispuestos a reconocer su impotencia para someterse plenamente a la misericordia de Dios y a su gracia transformadora.
Pablo afirma que mientras una persona esté bajo la ley, permanece también bajo el dominio del pecado, pues la ley no puede salvarlo ni de la condenación del pecado ni de su poder. Pero los que están bajo la gracia no sólo reciben la liberación de la condenación (romanos. 8: 1) sino también el poder para vencer (romanos. 6: 4). En esta forma el pecado ya no tiene poder sobre ellos.
¿Podríamos complacernos en el pecado de vez en cuando ahora que no estamos bajo la ley sino bajo la gracia?
La respuesta de Pablo es que cualquier complacencia en el pecado es volver al yugo de éste, del cual la gracia ha liberado al pecador. La suposición de que estar bajo la gracia significa que el creyente está ahora en libertad para desobedecer la ley moral de Dios con impunidad, es tergiversar completamente todo el propósito de Dios en el plan de salvación.
En primer lugar, Dios en su amor ofreció su gracia al pecador porque éste violó la ley divina. El hombre es liberado del dominio del pecado por la gracia de Dios. Por lo tanto, ¿cómo puede alguien concebir que es justo o razonable colocarse deliberadamente de nuevo bajo la antigua servidumbre?
Desobedecer la ley de Dios es convertirse nuevamente en siervo del pecado, pues la desobediencia a la ley divina es pecado (1 Juan 3: 4), y cualquiera que persevera en el pecado es siervo del pecado (Juan 8: 34). Continuar cometiendo pecados después de haber aceptado la gracia de Dios que perdona y transforma, es negar el propósito básico de esa gracia. Cualquiera que se niega a permitir que la gracia de Dios lo lleve a una obediencia cada vez más perfecta a la ley divina, está rechazando esa misma gracia y, por lo tanto, desprecia la liberación y la salvación.

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