¿Partir y estar con Cristo cuando morimos?

04/09/2009
Partir y estar con Cristo
Por Jorge Rojas


A lo largo de los años he tenido la triste oportunidad de asistir a funerales de hermanos cristianos, quienes un día decidieron entregar todo a Cristo y vivieron para amarle y servirle, y aunque puede sentirse el dolor por la muerte del hermano, este es más llevadero cuando hay una esperanza, y sin duda alguna la hay. Lo interesante es que si preguntases a algún familiar creyente o a algún hermano de la fe con respecto a la esperanza del fallecido él te respondería con las siguientes palabras: partió para estar con Cristo.
Hace algunos años conocía a una mujer cuyo esposo soñó que iba a morir pronto, tanto él como ella estaban felices porque él iba a partir para estar con Cristo, cuando hable con ellos podía notarse un brillo de emoción en sus ojos porque en breve moriría, cabe destacar que el hermano no sufría ninguna enfermedad pero estaba feliz de que pronto estaría con Jesús.
Esta creencia está fundamentada en la epístola del apóstol Pablo a los Filipenses en el Capitulo 1 versos del 20 al 25, y en la errada creencia de la existencia de vida después de la muerte o sencillamente en la doctrina de la inmortalidad del alma como también se le conoce. Surgen las siguientes interrogantes; al morir ¿vamos directamente a la presencia de Cristo?, ¿recibimos nuestra recompensa o nuestro pago inmediatamente al morir?, si al morir partimos para estar con Cristo, entonces, ¿Qué sentido tiene su segunda venida?, ¿a quién viene a buscar? Porque si sus escogidos partieron al morir y ya están allá disfrutando con el de la delicias celestiales, ¿qué caso tiene volver a esta tierra?, ¿Cuándo según la Biblia recibimos el don de la inmortalidad, al morir o en ocasión a la segunda venida de Cristo?
Son preguntas de relevada importancia y por tanto debemos considerarlas a la luz de las Sagradas Escrituras. ¿Que quiso expresar pablo con estas palabras? ¿A quien le escribe y por escribe lo que escribe? Consideremos el marco histórico y el contexto de estas declaraciones.
La Epístola a los Filipenses fue escrita en Roma durante el primer encarcelamiento de Pablo en esa ciudad. Habían pasado más de diez años desde que Pablo predicara por primera vez el Evangelio en Filipos. La Epístola es una carta de un amigo a sus amigos, una carta de consejo espiritual, escrita para reconocer una ayuda dada con amor. Pablo les habla a los creyentes de Filipos de sus prisiones, del progreso del Evangelio en Roma, de los esfuerzos de ciertos adversarios para afligirlo mediante una oposición sectaria, pues predicaban a Cristo movidos por la envidia y el espíritu de división (cap. 1: 12-17). Les cuenta de la paz interior y del gozo que lo sostuvieron en todas sus aflicciones. Se siente seguro de la simpatía de ellos; les escribe teniendo la confianza plena de la amistad cristiana. Su gozo es el gozo de ellos. Les habla de la incertidumbre de su futuro, pues no sabe cómo terminará su juicio, si en muerte o en vida. Pero está preparado para ambas: una vida santa es una bendición, y también lo es una muerte santa (vers. 19-24).
Es este ultimo pensamiento es el que da origen a la declaración de los vers. 23 y 24. “porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseos de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor, pero quedar en la carne es mucho más provechoso para vosotros. Pablo se encuentra ahora en una aparente indecisión, y aunque tiene claro lo que es mejor, permitía que la necesidad de los filipenses sobrepujara a su propio deseo. La iglesia necesitaba la conducción personal del apóstol y la inspiración de su vida consagrada. Esa necesidad era el factor decisivo en el pensamiento del apóstol. Si moría, esperaba descansar en la tumba hasta la segunda venida de su Señor, y ser entonces resucitado a fin de recibir la inmortalidad y estar siempre con Cristo (1 Cor. 15:51- 55; 1 Tes. 4:13-18). Pero la iglesia ya no tendría ni su influencia ni su dirección.
Cuando pablo manifestó su deseo de “partir” utilizo la palabra analúo, cuyo significado primario es "aflojar", "desatar", como cuando un barco suelta sus amarras; levantar un campamento, por lo tanto, "partir". Podemos imaginarnos a Pablo como si estuviera cortando las cuerdas que lo ataban a este mundo o levantando el campamento de esta vida antes de partir para la vida venidera. Emplea un lenguaje similar en 2 Tim. 4: 6, en donde la palabra "partida" se traduce de análusis, sustantivo emparentado con este verbo.
Pablo no está presentando aquí una exposición doctrinal en cuanto a lo que sucede al morir. Está explicando su "deseo", que era el de abandonar su agitada existencia y estar con Cristo, sin hacer referencia al lapso que podría transcurrir entre ambos sucesos. Anhelaba, con toda la fuerza ardiente de su naturaleza, vivir con Aquel a quien tan fielmente servía. Su esperanza tenía como centro la compañía personal de Jesús a través de toda la vida futura. Los cristianos fervientes de todos los siglos han tenido este mismo anhelo, sin esperar necesariamente que serían llevados inmediatamente a la presencia del Salvador cuando sus ojos se cerraran con la muerte.
Estas palabras de Pablo tienen que ser estudiadas en relación con otras afirmaciones suyas que tratan el mismo tema, donde claramente se refiere a la muerte como un sueño ( 1 Cor. 15: 51; 1 Tes. 4: 13-15; Mar. 5: 39; Juan 11: 11). Los muertos están inconscientes, no pueden apreciar el tiempo que transcurre; por lo tanto, a los muertos resucitados les parecerá que su resurrección ha ocurrido inmediatamente después de su muerte. Es claro en sus epístolas que al morir no vamos directamente a la presencia de Cristo, que no se recibe ni recompensa ni vida eterna, aunque estas están prometidas al creyente fiel, no es sino en ocasión a su segunda venida que estos privilegios son finalmente entregados.
El principio de que los muertos nada saben y de que el hombre es mortal (Ecl.9:5,6; Isa.51:12) se verían seriamente tergiversados, la sencilla declaración bíblica de que solo Dios es inmortal sería puesta a un lado y el corazón se abriría a un sin número de aberraciones doctrinales, herejías y mentiras que finalmente llevarían al alma a la muerte eterna. Partir y estar con Cristo es el anhelo de todo fiel, sin embargo esa partida está pautada para el día de su venida y no al momento de partir.
Notemos algunas declaraciones paulinas;
¿Cuándo partimos para estar con Cristo?
· Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.(1 Tes.4;14-17)
¿Cuándo es que recibimos la corana de justicia prometida a los vencedores en ocasión a la muerte o la segunda venida?
· He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida. (2 Tim.4:7,8)
¿Cuándo es que reciben la recompensa los salvados?
· Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.(Mat.16;27)
· He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.(Apoc.22:12)
¿Cuándo es que recibimos el don de la inmortalidad?
· He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. (1 Cor.15:51-54)
Queda claro entonces que el apóstol no enseña que al morir partimos para estar con Cristo, el peso de la evidencia bíblica es contundente contra herejía de la vida después de la muerte.
BIBLIOGRAFIA.
Comentario Bíblico Adventista / Filipenses. 1:20-25
BONJOUR, A, La Biblia Responde, Asociación Casa Publicadora Interamericana. Editorial Editolaser, Colombia 1988
RVR1960 / Biblia del Oso 1568

Comentarios

Entradas populares