La separación...

La separación...
Por Jorge Rojas Velásquez


     El símil del trigo y la cizaña, el oro y la escoria, las ovejas y los cabritos, segar la mies y vendimiar la viña, es solo una de las muchas figuras retoricas que usa la Biblia para expresar la polarización del mundo antes del cierre de la gracia. Desde la perspectiva bíblica solo habrá dos grupos viviendo sobre la tierra antes de la segunda venida de Cristo. Los buenos y los malos, los que adoran a la bestia y a su imagen y reciben su marca, y los que adoran al Creador y reciben su sello, la iglesia del dragón, y la iglesia del cordero, los que se adhieren a la mujer pura de apocalipsis 12, o los que se adhieren a la mujer ramera de apocalipsis 17. En tal sentido, todo este lenguaje figurado revela que ambos grupos están plenamente definidos, sin ambivalencia ni medias tintas, ambos se han alineado de un lado u otro, de manera que la distinción entre ellos es tan notoria como la noche y el día. La pregunta ese, ¿quien hace esta separación? ¿por qué y para qué se la hace? ¿quién determina de qué lado estaremos en el conflicto final entre el bien y el mal?
     Comenzaré con la primera pregunta, ¿quien hace esta separación? Es evidente que no la hace el hombre sobre el hombre, ni la iglesia o el estado, la hace Dios. Por ello, cualquier intento de segregación que no provenga del cielo es espuria y condenable. Por ejemplo; en la parábola del trigo y la cizaña se les impidió a los trabajadores arrancar la cizaña, la premisa fue; "no sea que arranques también el trigo " por consiguiente la orden fue; "déjalos crecer juntos hasta la ciega" (Mt. 13: 24-43) la pregunta es; ¿cuándo será la ciega? La misma parábola apunta al fin del tiempo de gracia, acontecimiento tras el cual  la vida de cada ser humano ha quedado decidida para siempre, ora sea para vida o para muerte. Esta sentencia es el irrevocable veredicto proveniente del juicio Divino, de esta manera el tribunal celestial revela la decisión que cada individuo ha hecho frente a las demandas Divinas, en consecuencia el mismo hombre se separa y se adhiere a favor o en contra de Dios. A este proceso de separación la biblia lo llama zarandeo.
     Cabe destacar que el zarandeo no es para el mundo, porque este ya está condenado (Jn.3:18,19 ) su única oportunidad es aceptar a Jesús como su salvador (Jn.3:16) entonces surge la pregunta; ¿ para quién es el zarandeo? Evidentemente es para todos aquellos que profesan ser seguidores de Cristo. Jesús dijo; "No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?” Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!” (Mt.7:21-23) Queda claro que es necesario que lo genuino sea separado de lo falso, y es aquí donde respondo el porqué y para qué del zarandeo. En el libro del profeta Amos Dios declara que mandará y hará que la casa de Israel sea zarandeada (Am. 9:9) el profeta Sofonías inspirado por Dios dice que Jerusalén será escudriñada con linterna (Sof. 1: 12) mientras que el libro del profeta Zacarías describe el zarandeo como un fuego abrazador que separará el oro y la plata del oropel y la escoria      (Zac. 13: 8,9)
     Es importante destacar el aspecto etimológico del término zarandeo, en el llamado antiguo testamento la palabra viene del hebreo (נוּעַ)  Nuá, vocablo que entre sus variadas aplicaciones significa balancear, estremecer, mover, sacudir, tambalear, zarandear. De manera que la separación del trigo y la cizaña, del oro y la escoria, de lo genuino y lo falso, consiste en sacudir la fe de quienes profesan ser el fieles a Dios. Todo el sistema de enseñanzas, creencias y convicciones del creyente serán zarandeadas, y como resultado quedara lo verdadero, lo puro, lo genuino. A esta altura de los acontecimientos el mundo ya está dividido en dos grandes grupos; los que adoran a Dios como el manda, y los que le adoran como ellos quieren. En síntesis el zarandeo limpia la iglesia de la religiosidad hipócrita.
     En apocalipsis 3. 14-22 se describe a Cristo como el testigo fiel y verdadero, el que conoce verdaderamente lo hay que dentro del creyente, el que además de hacer una cruda radiografía de quienes profesan seguirle, les demanda arrepentimiento, abandono de la mediocridad espiritual, condición paupérrima del alma humana cargada de orgullo, mundanalidad, y llena de la arrogante convicción que está bien espiritualmente, cuando realmente la hediondez de su servicio a Dios está a punto de provocar el vomito del Señor. La exigencia de una  consagración total a Dios es lo que provoca el zarandeo. De las observaciones anteriores cabe preguntarse; ¿quiénes serán zarandeados? Indudablemente que todos, solo que ese "todos" está dividido en cuatro grandes grupos. Los negligentes y descuidados, los superficiales e indiferentes, los creyentes mundanos y los fieles. Estos serán objeto del zarandeo que Dios permite. Antes de describir a cada grupo, es importante mencionar que aunque es Dios quien permite el zarandeo, es el Diablo quien lo ejecuta. Entre los muchos casos bíblicos que pueden citarse al respecto está la experiencia de Job y la del apóstol Pedro, ambos fueron ferozmente sacudidos por Satanás, y ambos fueron sostenidos por la gracia de Dios.
     Volviendo al tema que nos ocupa, definamos los grupos antes señalados. Primero; los negligentes y descuidados. Este grupo se caracteriza por su apatía y pereza espiritual, no ignoran lo que deben hacer, solo que simplemente, no lo hacen, además, no es por falta de conocimiento que no actúan, sino por un adormecimiento voluntario de las facultades espirituales, esto ha provocado un letargo tan profundo que no disciernen la condición en la que se encuentran. Saben que deben prepararse espiritualmente, pero descuidan tal preparación. Segundo; los superficiales e indiferentes. Estos se conforman con una experiencia religiosa mediocre, poco estudio de la biblia, poca oración y por ende poca testificación. Les gusta la religión mientras esta no incomode la frivolidad de sus vidas. Han diseñado una  existencia religiosa a su medida, y basados en su particular percepción de las demandas Divinas, son indiferentes a las mismas. Tercero; los creyentes mundanos. Estos son los que más daño hacen a la causa del Señor. Están en la iglesia pero sus mentes están en el mundo, buscan su reconocimiento y su aplauso, Dios no pasa de ser solo una creencia y parte de sus vidas, pero no plenamente su vida. Este grupo ve sus propios defectos en sus correligionarios, de manera que a su juicio la iglesia está llena de hipócritas, cuando realmente los hipócritas son ellos. Llevan una doble vida, un doble discurso, sus vidas son diametralmente opuestas a lo que predican y se jactan de santidad.
     Ahora llego el momento de describir los fieles, estos dedican tiempo a su vida espiritual, no se conforman con una experiencia religiosa superficial, libran diariamente acérrimas batallas contra su naturaleza pecaminosa, oran fervientemente, estudian diligentemente las escrituras y testifican con fervor, a su juicio necesitan cada día mas de Dios y le buscan sin reservas.         A este grupo, el zarandeo solo consigue afianzarlos más en la verdad, y a su vez revela quiénes son y donde están. ¿en qué grupo está usted? Solo usted y Dios saben, si no estás en el grupo de los fieles, aun hay tiempo de unirse a ellos, y si estas en ellos, persevera, la recompensa es grande.

Bendiciones...
    
    
      
    

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