Algo de historia… “La Reina del Cielo”
Algo de historia… “La Reina del Cielo”
Adaptación del libro Babilonia Misterio
Religioso escrito por Ralf Woodrow Compilación por Jorge Rojas Velásquez
Después de la muerte de Nimrod, su adúltera esposa dio a luz a un hijo
del que afirmó había sido concebido sobrenaturalmente. Proclamó que éste era un
dios-hijo; que era Nimrod mismo, su líder, que había renacido y que tanto ella
como su hijo eran divinos. (7) Esta historia era ampliamente conocida en la
antigua Babilonia y se desarrolló en un culto bien establecido, el culto de la
madre y el hijo. Numerosos monumentos de Babilonia muestran la diosa madre
Semiramis con su hijo Tammuz en sus brazos. (8)
Ahora, cuando el pueblo de Babilonia fue disperso en las varias áreas de
la tierra, llevaron consigo el culto a la divina madre y al dios-hijo. Esto
explica por qué todas las naciones en tiempos pasados adoraban a la divina
madre y a su hijo de una u otra forma, ¡aún siglos antes de que el verdadero
Salvador, nuestro Señor Jesucristo naciera en este mundo! En los diversos
países donde se extendió este culto, la madre y el hijo eran llamados de
diferentes nombres debido a la división de los lenguajes en Babel, pero la
historia básica seguía siendo la misma. Entre los chinos, se llamaba a la diosa
madre “Shingmoo” o “Santa madre”, y se representa con un niño en los brazos y
rayos de gloria alrededor de su cabeza. (9) Los germanos veneraban a la virgen
“Hertha” con un niño en los brazos. Los escandinavos la llaman “Disa y también
la presentaban con el niño en brazos. Los etruscos la llamaban “Nutria”; en
India, la “Indrani”, que también era representada con un niño en los brazos, y
también, entre los druidas, adoraban a la “Virgo Paritura” como a la “Madre de
Dios”. (10)
La madre babilónica era conocida como “Afrodita” o “Ceres”, por los
griegos; Nana, por los sumerios, y como “Venus” o “Fortuna” por sus devotos en
los viejos días de Roma; su hijo era conocido como “Júpiter” (11) Por algún
tiempo, Isi, la “gran diosa” y su hijo Iswara, han sido venerados en la India,
donde se han erigido grandes templos para su culto (12). En Asia la madre era
conocida como “Cibeles”, y su hijo “Deoius”. “Pero no tomando en cuenta su
nombre o lugar – dice un escritor -. Era la esposa de Baal, la reina-virgen del
cielo quien dio fruto sin haber concebido.” (13) Cuando los hijos de Israel
cayeron en apostasía, ellos también se descarriaron con este culto de la
diosa-madre. Como podemos leer en el libro de Jueces 2:13, “Y dejaron a Jehová
y adoraron a Baal y a Astaroth”. Astaroth era el nombre bajo el cual la diosa
era conocida por los hijos de Israel. Da vergüenza el pensar que aun
aunque aquellos que conocían al Dios
verdadero, se alejaban de El y adoraban a la madre pagana. Pero eso es
exactamente lo que hicieron (14). Uno de los títulos bajo el cual era la diosa
conocida por los israelitas, era el de “Reina del Cielo”, como leemos en
Jeremías 44:17-19. El profeta Jeremías los reprendió por venerarla, ¡Pero ellos
se revelaron a pesar de su advertencia, y fue así como trajeron sobre sí mismo
una plena destrucción por la mano de Dios! En Efeso, la gran madre era conocida
como “Diana”; ¡El templo dedicado a ella en esa ciudad era una de las Siete
Maravillas del Viejo Mundo! Y no solamente en Efeso, sino también a través de
Asia y del mundo entero era venerada la divina madre (Hechos 19:27).
Bibliografía
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7 Two Babylons (Dos Babilonis), p. 21.
·
8 Enciclopedia de religiones. Vol. 2., p. 393
·
9 Las religiones paganas (The Heathen
Religión), p. núm . 60
·
10 Mitos Bíblicos (Bible Myths), p. 334
·
11 Dos Babilonias, p.20
·
12 Ibid., p.20
·
13 Extrañas sectas y cultos curiosos, p. 12
·
14 Jueces 10:6, 1º Sam. 7:3-4; 12;10; 1º Reyes
11:5; 2º Reyes 23:13.
En Egipto, la madre babilónica era conocida como Isis, y su hijo como
Horus. Nada es más común, en los monumentos religiosos de Egipto, que el
infanta Horus sentado en el regazo de su madre. El culto a la madre y al hijo
era conocido en tiempos pasados, pues en 1747 se encontró un monumento
religioso en Oxford, de origen pagano el cual exhibe a una mujer alimentando a
un infante. “Así vemos – dice un historiador – que la virgen y el hijo eran
venerados en tiempos anteriores desde China hasta Bretaña... y aún en México la
madre y el hijo eran venerados”. (15) Este culto falso se esparció desde
Babilonia a varias naciones, con diferentes nombres y formas; finalmente, se
estableció en Roma y a través del Imperio Romano. Dice un notable escritor de
esta época: “El culto a la grandiosa madre... era muy popular en el Imperio
Romano. Existen inscripciones que prueban que los dos (madre e hijo) recibían
honores divinos, no solamente en Italia – especialmente en Roma – sino también
en las provincias, particularmente en África, España, Portugal, Francia
Alemania y Bulgaria. (16)….
Cuando el cristianismo se convirtió en la religión oficial del imperio romano,
se mezcló mucho paganismo. Se aceptaban en la Iglesia a paganos no convertidos
y en numerosos casos se les permitía continuar mucho de sus ritos y costumbres
paganos sin restricción alguna; en ocasiones se hacían algunos cambios con el
fin de que estas creencias paganas parecieran similares a una doctrina
cristiana. Uno de los mejores ejemplos de esta clase de paganismo lo podemos
tener en la forma en que la iglesia profesante permitía a los paganos el
continuar el culto a la diosa madre ¡Solamente con un poco diferencia y con
otro nombre!
Había muchos paganos que se sentían atraídos al cristianismo, pero era
tan fuerte en sus mentes la adoración a la diosa madre, que no la querían
abandonar. Entonces los líderes de la Iglesia buscaron una similitud en la
cristiandad con el culto de los idólatras paganos para poder atraerlos en gran
número y así añadirlos a ella. ¿Pero a quién podrían usar para reemplazar a la
diosa madre del paganismo? Pues claro que a María, la madre de Jesús; era la
persona más lógica que podían escoger. ¿Por qué, entonces, no permitir que los
paganos continuaran sus oraciones y devociones a su diosa, llamándola con el
nombre de María, en lugar de los nombres anteriores con los cuales ellos la
conocían? Esto le daba al culto idólatra de los paganos la “apariencia” de
cristianismo y de esta forma, ambos bandos podían estar satisfechos e
incorporarse así a la Iglesia romana. Y es esto exactamente lo que sucedió.
Poco a poco, el culto y doctrinas que habían sido asociados con la madre
pagana, vinieron a ser aplicados a María. Así, el culto pagano de la “madre”
continuó dispersándose dentro de la Iglesia profesante. Es obvio que este culto
a María no era sólo la veneración que se merece la más bendita entre las
mujeres, la madre humana del divino Salvador, sin que, al contrario, no era más
que una continuación del viaje culto pagano a la madre. Porque a pesar de que
María, la madre de Jesús, era una buena mujer, dedicada y temerosa de Dios, y
fue escogida especialmente para engendrar el cuerpo de nuestro Salvador, no fue
nunca considerada como una persona divina o como diosa. Ninguno de los
apóstoles, ni Jesús mismo, dieron alguna vez a entender que se debería venerar
a María. Como lo indica la ”Enciclopedia Británica”, durante los primeros
siglos de la Iglesia no fue puesto ningún énfasis en María. (17) No fue sino
hasta la época de Constantino, la primera parte del siglo IV, cuando alguien
empezó a ver a María como a una diosa. Pero aun durante ese período, tal
idolatría era denunciada por la Iglesia, lo cual es evidente en las palabras de
Epifanio, quien denunció a ciertas mujeres de Tiro, Arabia y otros sitios por
rendir culto a María como a una diosa verdadera y hacerle ofrendas en su
capilla. Pero unos años más tarde, el culto a María no solamente era permitido
por lo que es actualmente conocida como la Iglesia Católica, sino que vino a
ser una de sus doctrinas principales y lo continúa siendo hasta hoy día.
Bibliografía
·
15 Mitos bíblicos, p. 334
·
16 The Golden Bough. Vol. 1, p. 356
·
17 Vol. 14, p. 309
Como Roma había sido por mucho tiempo el centro del culto a la diosa del
paganismo, no debemos extrañarnos de que éste fuera uno de los primeros sitios
donde le culto a María se estableció dentro de la “iglesia”. Este es un hecho
que revela abiertamente que el culto a María fue el resultado directo de la
influencia pagana. Otra ciudad en donde el culto idólatra pagano a la madre era
popular fue Éfeso, y ahí también se hicieron intentos para mezclarlo con la
cristiandad. En Éfeso, desde tiempos primitivos, la diosa-madre era llamada
Diana (Hechos 19). En dicha ciudad los paganos la veneraban como la diosa de la
virginidad y la maternidad18. Se decía
que ella representaba los poderes generadores de la naturaleza, por lo
cual se la representaba con muchos senos. Una torre de Babel adornaba su
cabeza. Cuando se tienen creencias durante siglos, por lo general no es fácil
abandonarlas. De modo que cuando llegó la apostasía, líderes de la iglesia de Efeso
razonaron que si permitían a los paganos continuar su adoración a la
diosa-madre, los podrían atraer a la “iglesia”.
Así, entonces, en Efeso se incorporó el culto a la diosa pagana y se
mezcló con el cristianismo. Se sustituyó el nombre de Diana por el de María y
los paganos continuaron orando a la diosa-madre. Conservaron sus ídolos con la
imagen de ella y la iglesia profesante permitió que los adorasen junto con
Cristo. Pero no es mezclando de esta forma el cristianismo con el paganismo el
camino de Dios para ganar convertidos. Cuando Pablo llegó a Éfeso todavía no se
había infiltrado el paganismo. La gente era verdaderamente convertida y en esos
días al convertirse al cristianismo destruían las imágenes de la diosa-madre
(Hechos 19:2427). ¡Cuán trágico fue que esta iglesia aceptara y aún adoptara la
idolatría abominable de la diosa-madre disfrazándola bajo el hábito de la
cristiandad! Finalmente, cuando el culto a María se hizo una doctrina oficial
de la Iglesia Católica, en el año 431 d.C., fue precisamente en el Concilio de Éfeso,
la ciudad de la diosa pagana Diana. Es obvia la influencia pagana que indujo al
Concilio a tomar esta decisión. Otro sitio del culto idólatra a la diosa-madre
fue Alejandría (Egipto). Aquí era conocida bajo el nombre de Isis. Cuando el
cristianismo se propagó hasta Alejandría, se hicieron convenios similares a los
que se habían adoptado en Roma y Éfeso. El culto idólatra-pagano a la madre fue
cuidadosamente inyectado a la “cristiandad” por los teólogos de la iglesia en
dicha ciudad. Ahora, el simple hecho de que haya sido en ciudades como
Alejandría, Éfeso y Roma donde la idolatría pagana se mezcló primeramente con
la cristiandad, muestra de manera definitiva la continuación directa del
antiguo paganismo.
Esto prueba más aún que el culto a María no es más que el antiguo culto
popular a la diosa-madre pagana y se puede confirmar notando los títulos que se
le confirieron a María así como la forma ritual de sus cultos. Por ejemplo,
María es frecuentemente llamada “la Madonna”. ¡Este título no tiene
absolutamente nada que ver con María, la madre de Jesús! En cambio, esta
expresión es la traducción de uno de los títulos por los cuales la diosa
babilónica era conocida, y Nimrod vino a ser conocido como Baal. El título de
su esposa, la divinidad femenina, sería el equivalente a Baalti. En castellano
esta palabra equivale a “mi Señora”; en latín, Mea Domina, y en italiano, en
una forma bien conocida, es Madonna. (19) Entre los fenicios, la madre-diosa era
conocida como “Nuestra Señora de los Mares” (20), y aún este título se aplica a
María a pesar de que no hay absolutamente ninguna conexión entre María y
el y el mar en los evangelios. Las
Escrituras claramente indican que sólo hay un mediador entre Dios y los hombres,
Jesucristo hombre (l° Tim. 2:5). A pesar
de esto, el catolicismo romano enseña que María también es “mediadora”, y es
por esto que las oraciones a ella forman una parte muy importante en el culto
católico. ¿Pero cómo fue que María vino a ser conocida como “mediadora”?
Nuevamente tenemos la influencia del paganismo, pues la madre-diosa de
Babilonia tenía nombres como “Mylitta”, que significa “la mediadora”. Y así
esto también pasó a la iglesia apóstata,
¡la cual hasta hoy en día habla de María como mediadora! Otro título que proviene
del paganismo y fue aplicado a María es el de “Reina del Cielo”. En ningún
lugar del Nuevo Testamento se dice que
María la madre de Jesús sea o tuviera que ser nombrada reina del cielo; pero
este título lo poseía la diosa-madre pagana que era adorada siglos antes de que
María siquiera hubiera nacido. Sí, hacía
mucho tiempo, en los días de Jeremías, que el pueblo adoraba a la “reina del
cielo” y practicaba ritos que eran sagrados para ella. Como podemos leer en Jeremías 7:18-20, “Los
hijos recogen la leña y los padres encienden el fuego y las mujeres amasan la
masa para hacer tortas a la “reina del cielo”.
Y en este contexto, es interesante notar que actualmente las mujeres de
Paphos (Cipre), hacen ofrendas a la virgen María, como reina del cielo, en las
ruinas del antiguo templo de Astarté. (21)
Bibliografía
·
18 Enciclopedia bíblica Fausset, p. 484
·
19 Dos Babilonias, p.20
·
20 Diccionario bíblico Harper, p. 47
·
21 El paganismo en nuestra cristiandad (The
Paganism in our Christinanity), p.133.
Como hemos visto, el nombre de la diosa-madre en Egipto era Isis y su
hijo Horus (Osiris). Pues bien, uno de los títulos por los cuales Isis era
conocida también, era el de “Madre de Dios”. Más tarde este título fue aplicado
a María por los teólogos de Alejandría (22). Nuevamente este era un intento
obvio para hacer aparentar a la cristiandad semejante al viejo paganismo con la
adoración a su diosa. Bien sabemos que María era la madre de Jesús, pero
solamente en el sentido de su naturaleza humana. El título católico y el
significado original de éste trascendieron y pusieron a la sencilla y humilde
madre del Señor en una posición exaltada ajena al Nuevo Testamento. Y en la
misma forma se sigue instruyendo a los católicos actualmente. El culto a Isis
no fue limitado a Egipto. Se introdujo en Roma en el año 80 a.C. cuando Sulla
fundó un colegio isiaco allí. Y para mostrar hasta qué punto estaba mezclado el
paganismo con la “cristiandad” romana, necesitamos solamente mencionar el hecho
de que Isis era adorada en un templo “que estaba situado en las colinas
vaticanas, donde hoy está localizada la Basílica de san Pedro, el centro de la
Iglesia que adora a la “madre de Dios” en aquella forma. (23) Aquí encontramos que los títulos “reina del
cielo” , “nuestra señora de los mares”, “mediadora”, “madonna”, “madre de Dios”
y otros más –que antes se atribuían a la diosa-madre pagana- fueron poco a poco
aplicados a María. Tales títulos indican claramente que el supuesto culto a
María de hoy es en realidad una continuación del culto a la diosa pagana. Pero
existen todavía más pruebas que se pueden observar en la forma en que se
representa a María en el “arte” de la Iglesia apóstata.
Tan bien fijada en la mente pagana estaba la imagen de la diosa-madre con
el niño en los brazos, que cuando los días de la apostasía llegaron, “la
antigua estampa de Isis y de Horus fue
finalmente aceptada, no solamente entre la opinión popular, sino por su sanción
episcopal, como el retrato de la virgen y su hijo”. Se adjuntaron
representaciones de Isis y su hijo en un marco de flores. Esta práctica también
fue aplicada a María, quien casi siempre es mostrada en la misma forma, como
bien lo saben los estudiantes del arte medieval. La diosa egipcia Isis era
frecuentemente representada como parada en la “Luna creciente” con “doce”
estrellas alrededor de su cabeza (24). Incluso esto fue adoptado para María,
pues en casi todas las iglesias católicas romanas del continente europeo, se
pueden ver cuadros de María en la misma forma. La ilustración que le acompaña
(impresa tal como está en el Catecismo Oficial de Baltimore, EE.UU.), ¡muestra
a María con las doce estrellas alrededor de su cabeza y la Luna creciente bajo
sus pies! Para satisfacer las mentes supersticiosas de los gentiles, líderes de
la Iglesia apóstata trataron de hacer a María similar a la diosa del paganismo
y exaltarla a una superficie divina, para competir con la madre-pagana. Y de
igual manera se hicieron estatuas de María –a pesar de que las Sagradas
Escrituras prohíben tal práctica. En algunos casos, las mismas estatuas que
habían sido veneradas como Isis (con su hijo), fueron simplemente cambiadas de
nombre y se dieron a conocer como María y su hijo Cristo, de modo que
continuara el antiguo culto. “Cuando el cristianismo triunfó –dice un autor-,
estas pinturas y figuras se convirtieron en la Madonna y su hijo, sin
interrupción alguna: ningún arqueólogo podría actualmente asegurar si alguno de
esos objetos representa a la una o a la otra.” (25)
Bibliografía
·
22 El paganismo en nuestra cristiandad, p. 130.
·
23 El hombre y sus dioses (Man and his Gods),
p. 216
·
24 Egipto de Kenrick. Vol. 1, p. 245; Isis
Descubierta, pág. 49
·
25 El paganismo en nuestra cristinandad, p. 129
Todo esto demuestra a qué grado se han rebajado los líderes apostatas
para tratar de unir el paganismo con el cristianismo. La mayoría de esas
figuras con distintos nombres han sido adornadas con joyas en la misma forma en
que lo están las imágenes de las vírgenes hindú y egipcia. María, la madre de
Jesús, no era rica; al contrario, era pobre. Entonces, ¿de dónde vinieron las
joyas y coronas que se ven en las supuestas estatuas de ella? Obviamente, tales
representaciones no son cristianas; son de origen anterior al cristianismo. Y
así, por compromisos unos muy evidentes y otros más disimulados, el culto a la
antigua madre de los paganos fue continuado dentro de la “Iglesia” de la
apostasía con el nombre de María, a quien se sustituyó en lugar de la otra. ¡Y
este cambio ha venido engañando al mundo entero!
El Culto a María
Tal vez la prueba más significativa de que el culto a María no es otra
cosa que la continuación del culto pagano a las diosas de diversos nombres y no
a la bendita madre del Señor (siempre bien amada pero no adorada por los
verdaderos cristianos), es que en la religión pagana la madre era adorada tanto
como a su hijo o más. Aquí hay una clave muy importante para ayudarnos a
resolver el misterio contemporáneo de Babilonia. La Biblia enseña que el Señor
Jesús, y solamente El, es el Camino, la Verdad y la Vida, que solamente El
entre todas las criaturas de la tierra, ha podido vivir una vida sin mancha de
pecado; y Él es quien debe ser exaltado. Nunca su madre. Pero el catolicismo
romano, demostrando la influencia del paganismo en su desarrollo, exalta a la
madre también y en muchas formas, la madre es más honrada que el mismo Hijo.
Bien sabemos que muchos han de tratar de negar que la Iglesia Católica atribuye
una posición divina a María. Pero al viajar alrededor del mundo, ya sea en una
majestuosa catedral o una capilla provinciana, la estatua de María ocupa el
puesto primordial. Al recitar las oraciones del rosario y del “Ave María” se
repiten estas nueve veces más que el “Padrenuestro”. Se acepte o no el nombre
de María es más importante en el catolicismo. En forma similar a la Babilonia
del pasado la diosa-madre es glorificada hoy en día en la Babilonia del
presente; solamente que se usa el nombre de María en vez de otros nombres bajo
los cuales era conocida la diosa. Al católico se le enseña que la razón por la
cual debe orar a María, es porque ella lleva las peticiones de sus adoradores a
su hijo Jesús, y como es su madre, él contesta la oración para complacerla. Con
esto se deduce que María tiene más compasión, más comprensión y más bondad que
su hijo, que el Señor Jesús. Ciertamente tal suposición es una blasfemia y va
completamente en contra de las enseñanzas de las Escrituras. Sin embargo, esta
idea frecuentemente repetida de los escritos católicos.
Un notable escritor católico romano, Alfonso Ligorio, escribió que las
oraciones son más efectivas cuando se dedican a María, en vez de a Cristo. Y el
hecho de que sus escritos lleven el sello de aprobación de la Iglesia Católica,
es evidente, ya sea que fue canonizado como “santo” por el Papa Gregorio XIV en
1839, y fue declarado “doctor” de la Iglesia Católica por el papa Pío IX. En
una parte de sus escritos, Ligorio describe una escena imaginaria en la cual un
pecador ve dos escaleras colgando del cielo. María está a la cabeza de una y
Jesús en la otra. Cuando el pecador trata de subir por la de Jesús, ve la cara
furiosa de Él, y cae derrotado. ¡Pero cuando sube la escalera de María, lo hace
rápida y fácilmente, y es bienvenido por ella, que lo introduce en el cielo y
lo presenta a Cristo! Entonces todo va bien. Esta descripción es para demostrar
cuanto más fácil y efectivo es el ir a Cristo a través de María. (26)
Este mismo escritor católico dijo
que el pecador que se aventura a ir directamente a Cristo, puede encontrarse
con la presencia de su ira. Pero si va a orar a la “virgen”, ella sólo tendrá
que mostrar a Jesucristo “los senos que le dieron de mamar”, y su furia se
calmara inmediatamente (27). Ciertamente tal idea va contra las Escrituras. El
caso es que las Escrituras nos dan una ilustración que niega rotundamente esta
aseveración: “Bienaventurado el vientre que te trajo y los pechos que mamaste”,
dijo una mujer a Jesús; pero él le contesto diciendo: “Antes bienaventurados
los que oyen la palabra de Dios y la guardan” (Lucas 11:27-28).
Obviamente, la idea de que Jesús era persuadido a contestar una oración
porque María le mostrase los pechos que mamó, es contraria a las Escrituras.
Pero tal idea de los pechos no era extraña en los cultos de la diosa-madre
pagana. Se han descubierto imágenes que muestran frecuentemente sus pechos
desproporcionados con su cuerpo, de una manera extraña. O, como en el caso de
Diana ¡Para demostrar su “fertilidad”, se ilustra con unos 100 senos! El
catolicismo ha intentado aún de exaltar a María a una posición netamente divina
con la nueva doctrina de la “inmaculada concepción”. Tal enseñanza no es otra
cosa que un esfuerzo más para hacer a María semejante a la diosa del paganismo,
pues en los viejos mitos, ¡La diosa también se creía que había nacido de
concepción sobrenatural! Estas viejas fábulas variaban, pero todas hablaban de
incidentes sobrenaturales en conexión con su entrada al mundo. Enseñaban que
era superior a todo mortal ordinario, que era divina. Y así, poco a poco, era
necesario enseñar que María también entro a este mundo de una manera
sobrenatural, “para hacer que las enseñanzas acerca de ella concertaran con las
del paganismo”.
El elemento sobrenatural en las enseñanzas de la iglesia católica romana
sobre María, es que ella nació sin pecado original. Pero de este nacimiento no
nos dicen nada las Escrituras. Acerca de María, la Biblia dice que fue una
mujer virtuosa y temerosa de Dios, favorecida y escogida por Él, una virgen,
pero tan humana como Ud. Y yo y, como humana, era miembro de la raza caída de
Adán. Como las Escrituras declaran, “por cuantos todos pecaron, están
destituidos de la gloria de Dios”. La única excepción de esto es nuestro Señor
Jesucristo. Como todo el mundo, María necesitaba de un Salvador, y esto fue
plenamente admitido por ella misma cuando dijo: “Y mi espíritu se alegró en
Dios, mi salvador”. Obviamente si María necesitaba de un salvador, entonces no
era salvadora. Si necesitaba de un salvador, ella necesitaba ser salva, recibir
perdón, ser redimida como todos nosotros.
En resumen, la divinidad de nuestro Señor no radica en el hecho de que
su madre haya sido una persona exaltada o sobrehumana. No; al contrario, es
divino porque Él es el único hijo de Dios, concebido por obra y gracia del
Espíritu Santo. Su divinidad viene del Padre Celestial, no del carácter
sobrehumano del instrumento que Dios usó para su entrada en el mundo. Debemos
comprender que fue Jesús quien nació de concepción sobrenatural, no su madre.
La idea de que María era superior a otros seres humanos, fue enfáticamente
rechazada por el mismo Jesús. Un día, mientras predicaba: “... su madre y sus
hermanos estaban fuera. Y le dijo uno: he aquí tu madre y tus hermanos están
afuera, quieren hablarte. Y Jesús respondió al que esto le decía: “¿Quién es mi
madre y quienes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos,
dijo: “He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hiciere la
voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi madre, y hermano y
hermana"”. (Mateo 12:46-50).
Claramente podemos ver que si servimos al Señor, si hacemos su voluntad,
estamos en la misma categoría espiritual que María. Ciertamente esta unidad en
Cristo nos enseña igualdad a los ojos de Dios y rechaza la idea de que María
fuese una persona sobrenatural. Sin embargo, el romanismo adoptó del paganismo
la idea de orar a la divina madre, de modo que tuvo que enseñar que María era
una persona sobrenatural; de lo contrario, ¿Cómo podría ella escuchar las
oraciones que le dirigen cada día los católicos de todo el mundo, recitando el
ave María, el rosario, las letanías de la virgen bendita y otras más? Multiplique el número de estas oraciones por
el número de católicos que la recitan cada día. ¿Se ha imaginado que María
tendría que escuchar 46.296 peticiones por segundo? Y esto es un cálculo
conservador. Está claro que nadie más que Dios puede hacer esto. Sin embargo,
los católicos creen que María escucha todas estas oraciones, y entonces, por
necesidad, ¡tienen que exaltarla a una posición divina, sea bíblica o no.
Tratando de justificar tan innecesaria exaltación de María, los líderes
católicos han buscado algún fundamento bíblico para sostener esta creencia. Las
palabras de Gabriel a María “bendita tu entre las mujeres” (Lucas 1:28) han
sido frecuentemente referidas a este respecto. Seguramente que las palabras de
Gabriel indican que María fue favorecida de Dios; pero no le hicieron una
persona divina, simplemente porque fue “bendita entre las mujeres”, pues mil
trescientos años antes fue pronunciada una bendición similar a Jael, mujer de
Heber Cineo (Jueces 5:24). La Biblia, sencillamente, nos demuestra que María
era “bendita entre las mujeres”, pero esto no significa que debemos adorarla,
orar a ella, o hacerla una Diosa.
Antes de pentecostés María estaba reunida con los discípulos esperando
la promesa del Espíritu Santo. Leemos que los apóstoles “perseveraban unánimes
en la oración con las mujeres y con María, la madre de Jesús y con sus
hermanos” (Hechos 1:14). Ciertamente, las escrituras no dicen que los
discípulos estaban orando a María; la ilustración que acompaña – tal como es
vista en el catecismo católicos (28) – intenta dar a María una posición
central. Pero como sabe todo estudiante bíblico los discípulos en esa ocasión
no estaban mirando a María; estaban buscando que el Cristo resucitado, quien
había ascendido al cielo les enviase el don del Espíritu Santo. Hay un cuadro donde No solamente están los
discípulos mirando a María, sino que también el Espíritu Santo (en forma de
paloma) se ve volando sobre ella. De acuerdo a las sagradas escrituras, la
única persona sobre quien el Espíritu Santo descendió en esa forma fue sobre el
mismo Jesús, no sobre su madre. Por otra parte, y aunque parezca increíble la
diosa virgen pagana, bajo el nombre de Juno era frecuentemente representada con
una paloma en su cabeza, como también lo eran Astarté, Cibeles e Isis (29). Y
así, la influencia pagana en tales cuadros, aparece de un modo bien claro.
Otro intento por glorificar a María – exaltarla a un plano que la
escritura no le otorga – puede notarse en una doctrina católica, conocida como
la perpetua virginidad de María. Esta enseña que María continuó virgen toda su
vida. Pero tal doctrina no fue nunca enseñada por Cristo o por sus discípulos
como le explica la enciclopedia británica, la doctrina de la perpetua
virginidad de María no fue enseñada hasta cerca de 300 años del regreso de
nuestro Señor al cielo. No fue sino hasta después de Concilio de Calcedonia, en
el año 451, que esta infundada suposición fue aprobada oficialmente por Roma (30).
Al contrario de las enseñanzas católicas, la Biblia muestra claramente que
María no continuó como virgen a través de toda su vida. La Biblia enseña que
nuestro señor Jesucristo nació de la virgen María – concebido en virginidad y
nacido sobrenaturalmente (Mateo 1:23) -. Enfáticamente creemos en el nacimiento
virginal de Jesús. …pero la actitud católica es que José conservó a María como virgen por el resto de su vida.
Sin embargo, ella fue virgen según las Escrituras “solamente” hasta después del
nacimiento de Jesús. José no conoció a María hasta después del nacimiento de
Jesús. Pero más tarde, José y María tuvieron unión matrimonial tal como lo
enseñan las Escrituras.
Estudiando lo que la Biblia enseña, nos damos cuenta de que la doctrina
de la perpetua virginidad de María es completamente falsa. Durante los días de
apostasía - para hacer más clara la identificación de María con la madre-diosa
que las naciones venían adorando hacía cientos de años -, algunos exagerados
admiradores de María comenzaron a enseñar que el cuerpo de María nunca sufrió
corrupción, sino que ascendió a los cielos al
igual que Jesucristo y que allí sentada hoy en día, como la “Reina del
cielo” para recibir culto y oraciones.
No fue sino hasta este siglo que la doctrina de ascensión de María se
proclamó oficialmente como una doctrina de la Iglesia Católica Romana. Fue tan
sólo en el año 1950 que el papa Pío XII declaró que el cuerpo de María no
sufrió corrupción, sino que fue llevado al cielo. Obviamente, dicha doctrina de
la ascensión de la virgen, no es parte de la doctrina del Nuevo Testamento. He
aquí las palabras de uno de sus admiradores san Bernardo, que favorecen la
posición católica en este aspecto “En el tercer día, después de la muerte de
María, cuando los apóstoles se juntaron alrededor de su tumba, la encontraron
vacía. El cuerpo sagrado había sido llevado al paraíso celestial. La tumba no
tuvo poder sobre alguien inmaculado. Pero no fue suficiente que María haya sido
recibida en el cielo; ella no era cualquier ciudadano ordinario; tenía aún
mayor dignidad que el más alto de los arcángeles. María había de ser coronada
reina del cielo por el Padre Eterno; ella había de tener un trono a la mano
derecha de su hijo. Ahora, día tras día, hora tras hora, ella está orando por
nosotros, obteniendo gracia para nosotros, preservándonos del peligro,
protegiéndonos de la tentación, llenándonos de sus bendiciones”. Bien puede
decirse que el culto a María en su plenitud, está basada en esta creencia de
que ella ascendió a los cielos. Pero la Biblia no dice nada en absoluto de tal
“ascensión de María”. Al respecto, Juan 3:13 dice: “Y nadie subió al cielo,
sino el que descendió del cielo, el Hijo del Hombre, que está en el cielo,
nuestro Señor Jesucristo”. Él es quien está sentado a la diestra de Dios Padre.
Él es quien es nuestro mediador. Él es quien nos llena de bendiciones, ¡no su
madre! La Biblia no dice nada de orar a una mujer, sea María cualquier otra. Este culto falso es
repetidamente prohibido en la Biblia. Las verdaderas oraciones deben ser
dirigidas a nuestro Señor mismo. “Porque hay un Dios a si mismo un mediador
entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1.° Tim. 2:5). La simple idea de
“orar a María” como mediadora y “reina del cielo”, no es más que un paganismo
disfrazado con el nombre de María.
Bibliografía
·
26 Catolicismo romano, p. 147
·
27 Dos babilonias. Pág. 158
·
28 Catecismo oficial de Valtimore (N°2).
Lección N°11
·
29 Doane, p. 357
·
30 Vol. 14. p. 999.
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